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DECÁLOGO

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DEL ALUMNO ADULTO

Todas las formaciones de la Escuela de Psicotarología son ante todo una propuesta para viajar hacia el encuentro con nuestro adulto interior.

La mirada de Ismael Sánchez se podría resumir en tres grandes pilares metapsicológicos:

● Agradecer lo anterior
● Asumir mi responsabilidad
● Celebrar la vida

Por lo tanto, el mejor lugar desde el cual es necesario que el alumno ingrese a la Escuela para el mayor beneficio en pro de la armonía y la convivencia del grupo como también de la integración de los conocimientos es:

El alumno adulto está en el proceso de tomar a sus padres.

Si el alumno no está en este proceso, no tomará lo que venga de la escuela, ni del profesor ni de los compañeros.

El alumno adulto respeta la ley sistémica de jerarquía.

Sin respeto al orden, se genera conflicto y mal ambiente en el grupo. Criticar o juzgar al profesor o a la Escuela, es ubicarnos en un estado infantil. Tanto Ismael como la Escuela estamos abiertos a escuchar a los alumnos y hacer todo lo que esté en nuestras manos para mejorar nuestro servicio a la vida a todos los grupos de formación.

El alumno adulto es agradecido con los alumnos que llegaron antes que él.

Lo que recibes en tu formación se ha sublimado y perfeccionado gracias a las ediciones anteriores, es decir a la práctica y observación que se logró a través de aquellos alumnos que estudiaron el método antes que tú.

El alumno adulto elige la cohesión del grupo.

Es decir, se aleja de crear subgrupos, renuncia a ejercer una autoridad que no le corresponde sobre una parte del grupo. La posición del alumno no es liderar, es dejarse guiar.

El alumno adulto sabe priorizar la necesidad del grupo a la individual.

Es decir, formar parte de un contexto grupal, requiere aceptar que las demandas excesivamente personales, excluyen al resto de compañeros. Es decir, que lo que buscamos en una formación es un aprendizaje colectivo que ayude a todos. Si estoy en el “yo, yo, yo”, me perderé el aprendizaje que trae escuchar a los demás.

El alumno adulto toma el espacio justo y equilibrado para no invadir al profesor o al grupo y frenar o obstaculizar el avance del programa formativo.

Es decir, formar parte de un contexto grupal, requiere ser cuidadoso con el espacio que ocupo y así ser generoso con el formador y los compañeros.

El alumno adulto sabe discernir entre formarse y terapiarse.

Es decir, todo los procesos personales que se abren durante el transcurso de la formacion no pueden ser atendidos individualmente en la clase. La escuela para ello pone a disposición del alumno las Sesiones Grupales de Preguntas y Soluciones, para encontrar un acompañamiento más personalizado.

El alumno adulto supera sus resistencias, sostiene por igual emprender la formación como también sostiene el proceso de culminar lo empezado, y se compromete a asistir a todas las clases, salvo situaciones totalmente incompatibles con la asistencia.

Es decir, tan importante es saber iniciar un curso, y sostener los momentos agradables y más atractivos del contenido y de la experiencia como también los incómodos o los no tan atractivos.

El alumno adulto respeta y sostiene el proceso de sanación de sus compañeros.

Es decir, no interrumpe, ni minlimiza, ni juzga, ni hace de madre o de padre a un compañero cuando de repente se abre un proceso de sanación, como por ejemplo cuando se desbloquea o se libera (llora) una emoción.

El alumno adulto sabe respetar los turnos y escuchar con atención cuando un
compañero realiza una pregunta al profesor.

Es decir, mantiene su interés y su atención despiertos cuando un compañero hace una pregunta, pues enriquece a todo el grupo y a todos nos gusta ser escuchados.

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